Los episodios

Se expone el caso en que los precios se multiplican por dos, pero el planteamiento es válido para cualquier porcentaje. No todos los precios suben cuando hay crisis ni toda subida provoca una crisis, aunque a menudo se la llame así, pero siempre que suben precios en origen y los finales en la misma proporción, los beneficios de intermediación crecen lo mismo. Cuando bajan, en cambio, se procura que no se reduzca el montante absoluto del beneficio. Parece que se entiende fácilmente que la gente como Juan no pueda bajar de un mínimo de ganancias, pero no así que se pudiera establecer un máximo.

Soluciones:

1. Regular el crecimiento de márgenes.

¿Por qué ha de subir el margen lo mismo que los costes?

Se introduce un proceso de transformación entre la materia prima y el producto final. Si los precios de ambos suben en igual proporción y ésta es mayor de lo que se encarece el proceso de transformación, los beneficios crecen aún más. Si una petrolera, por ejemplo, no duplica el salario de sus empleados cuando se duplica el precio del crudo pero sí que duplica el precio de la gasolina, gana más del doble que antes.

Soluciones:

Igual que el anterior.

En este capítulo se aborda de forma genérica la relación entre precios y préstamos. Lo que se dice es de aplicación a todo tipo de pago a crédito, hipotecario o personal, pero tal vez quepa resaltar los pagos a plazos o con tarjeta por servicios o productos de consumo. Si no se emplearan estos medios de forma cotidiana, los precios serían mucho más bajos. Las tarjetas de crédito son tan perversas que tal vez merezcan un capítulo en exclusiva en el futuro. De los préstamos hipotecarios se habla en el capítulo 5.

En este capítulo, Paquita se compra un monopatín, pero podría ser un coche o cualquier otra cosa. Si la economía ha de ser de libre mercado, la oferta y la demanda deberían establecer los precios. Si hay poca demanda de algo, bajará su precio y se reducirán los beneficios de su fabricante; y viceversa. Destinar recursos públicos a mantener los beneficios de los fabricantes que, por otro lado, no se comprometen ni por esas a mantener sus plantillas, ni pagan más cuando les va muy bien, es una perversión del sistema y malversación.

Bancos y constructoras confabulan para subir artificialmente los precios y beneficiarse sus propietarios que, con frecuencia, son las mismas personas. En todo caso, los propietarios de estas entidades recuperan lo que invirtieron, tienen un beneficio altísimo y, al explotar la burbuja, recuperan los bienes que sus compradores no pueden pagar al día. Como nadie le exige responsabilidad a un banco por las tasaciones que hizo de las viviendas sobre las que concedió hipotecas, todas las pérdidas recaen sobre los compradores: el banco puede revender las viviendas a cualquier precio, puesto que la diferencia hasta el total de la deuda la tendrá que pagar igual el primer comprador. Para rematar la faena, el banco no paga impuestos al quedarse con una vivienda por el impago de una deuda, los pagará su futuro comprador.

Soluciones:

1. Que el banco asuma responsabilidad por la tasación que acepta de una vivienda.

En caso de quedársela por impago de la hipoteca, a la deuda del comprador debería descontarle el valor de tasación. Aun corriendo los costes de la operación por parte de quien compró la casa que no puede pagar, en muchos casos, a diferencia de lo que ocurre ahora, el banco le tendría que dar dinero.

Este vídeo es de antes del rescate para España de junio de 2012, el crédito de 100.000 millones de €, que parece que no funcionará así, sino más bien como lo que se explica en el capítulo 8. Es que no nos dejan respirar, siempre inventando nuevas fórmulas. Eso sí, el resultado final para Juan y para Paquita, viene siendo el mismo.La crisis financiera sin cifras:

Todo lo que nos cuesta la crisis actual a cuenta de nuestro futuro es menos de lo que han ganado los bancos durante los últimos años. Sus beneficios netos gracias a la burbuja inmobiliaria y a la crisis posterior dan para cubrir todo lo que se le pide ahora a la ciudadanía para salvarlos. Dicho de otra manera, especulando, sacaron del sistema hacia bolsillos particulares una cantidad superior a la que ahora les falta.

Y en lugar de devolver lo que ganaron deshonrosamente, consiguen que el sistema financiero nos deje el dinero para salvar al sistema financiero, con intereses para el sistema financiero.

Les volvemos a dar lo que ya se llevaron. Y un poquito más. Se lo volverán a llevar.

Soluciones:

1. Que devuelvan lo que se llevaron.

Todo lo que nos cuesta la crisis actual a cuenta de nuestro futuro es menos de lo que han ganado los bancos durante los últimos años. Sus beneficios netos gracias a la burbuja inmobiliaria y a la crisis posterior dan para cubrir todo lo que se le pide ahora a la ciudadanía para salvarlos. Dicho de otra manera, especulando, sacaron del sistema hacia bolsillos particulares una cantidad superior a la que ahora les falta.

Y en lugar de devolver lo que ganaron deshonrosamente, consiguen que el sistema financiero nos deje el dinero para salvar al sistema financiero, con intereses para el sistema financiero.

Les volvemos a dar lo que ya se llevaron. Y un poquito más. Se lo volverán a llevar.

Decir paraíso fiscal no está bien, se debe hablar de territorios de tributación neutral.Evidentemente, toda la tributación que se neutraliza la deben asumir los contribuyentes que no la pueden neutralizar.Algunas grandes corporaciones venden sus productos en países donde no declaran sus ganancias. Para compensar, los compradores de esos productos pagan más IVA. De esta forma, el que compra paga los impuestos del que vende.

Con una ínfima parte de los impuestos que ciertas grandes compañías no pagan en los países pobres donde producen o venden, a veces financian programas de ayuda en esos mismos países. Así, en lugar de evasores, quedan como benefactores.

Soluciones:

1. No permitir operar a una empresa que tenga cuentas o sucursales en un paraíso fiscal.

Esto arregla en gran medida el problema de la desaparición misteriosa de beneficios por burbujas y el blanqueo de dinero.

2. Terminar con los paraísos fiscales.

3. Hacer de todo el mundo un paraíso fiscal.

Es la opción con más visos de hacerse realidad.

Tras una mala experiencia en su trabajo de verano, Paquita consigue ser readmitida en la fábrica de Juan, si bien con menor salario que antaño. En general, la huelga clásica, o favorece al empresario o fastidia a otros trabajadores, y nunca a la banca; como mucho, como los huelguistas son votantes, asusta a algún político, lo que nunca es relevante.Soluciones:

Para conseguir un aumento, mientras no importe la calidad o haya quien esté dispuesto a trabajar por menos, a nadie se le ha ocurrido nada todavía, pero para fastidiar a los mercados:

1. Huelga de consumo de productos irreales (bancarios) y de obsolescencia programada.

¿Por qué se obliga a mil quinientos millones de personas a cambiar de hora dos veces al año? ¿Por qué tienen o han tenido horario de verano y de invierno países que se hallan entre los trópicos, donde el día y la noche siempre duran más o menos lo mismo? Industrias, oficinas y comercios tienen las luces encendidas todas las horas de trabajo, si no más, así que por ahí no se ve ahorro alguno. Hay quienes piensan que se trata de un ejercicio de control de masas, otros que de beneficios para la industria farmacéutica, otros que de una maniobra de distracción (¿de qué?) y otros que de simple inercia, porque en el pasado tuvo sentido, pero aquí sólo nos preocupan las matemáticas.

Aquí, un estudio de la Universidad de California sobre la extensión del horario de verano (en inglés).

Soluciones:

1. No hacerlo.

Es el asunto de más fácil arreglo. Pero aún así...

Es tan deprimente darse cuenta de que lo que a uno le parece mucho, es poco, que mejor no saberlo.

Soluciones:

No hay nada malo en ser casi nadie.

[Aquí me cansé de mantener esta página.]